LA SALA DEL POBRE
La sala del pobre gigantesca, nocturna y decorada
por manos tan seniles que ya tocan el brocado persa del serafín
dilucida mi pecho minuciosamente, abre su diálogo como tristes fauces.
Allí los mechones grises y los lazos de luna y cenefa
indeleblemente cantan la majestad del rayo, allí la efigie del difunto
liga el marchito abalorio a la oreja, el corazón a su canosa lámpara.
Investidura que para mí suplico! La sala del pobre es un verso tan maduro,
es una voz tan callada y expresada que agota la alegría,
que deshace mi pobreza en augustas cretonas de un helor divino.
Cintio Vitier