ODA A ESPAÑA
AL DECLARARSE LA GUERRA CON LOS ESTADOS UNIDOS EN 1898
¡Vuelve a ceñir el casco refulgente,
Matrona egregia, y la invencible espada
Con que trazaste un día por el mundo
Surco inmenso de gloria!
¡Levanta en ira ya el potente brazo
Con que arrancaste un orbe de los mares,
Genial sembrando en soledades bárbaras
Mil pueblos florecientes!
Y la que, inerme, en ímpetu sublime,
Supo humillar al Capitán del siglo,
¡Castigue ahora la codicia infame
Del Mercader de América!
¡Tu honda de David parta la frente
Del grotesco Goliath americano,
Y caiga con estruendo, envuelto en sangre,
Para ejemplo del mundo!
¡Clava tu garra en el ingente pecho
De quien, inicuo, sin razón ni agravio,
Te reta a mortal duelo, en nombre solo
De sus hambrientas fauces!
¡Ve cual tiende rapaz la mano trémula,
Para robar de tu imperial corona
La rica perla que en ofrenda alzaron
Los mares a tu genio!
¡Fulmínale! ¡Escarmiéntale!; bramando
Tome a su inmensa cueva, y, como siempre,
¡Sus indios despedace, y sus catervas
De negros infelices!
Pueblo sin tradición, allegadiza
Turba de traficantes sudorosos,
Que a ruin medida y cálculo sujetan
Los impulsos del alma;
Los hijos son de la materia, ciega,
Fuerte, inmensa, brutal. En sus regiones
Asientan su insolente poderío,
Escarnio al universo.
¡Mas tú, adalid de la hidalguía antigua.
Viril y noble España, tu derecho
Contra todos defiendes, y no cuentas
Tu honra en esterlinas!
¡Un resplandor de lo ideal eterno
Orla tu frente, en triunfo o desventura,
y te muestra más grande y más hermosa
Que los pueblos más grandes!
¡Era fatal, ineluctable el choque
Entre el ladrón de California y Tejas,
Y quien la Cristiandad salvó en Lepanto,
Y dio un mundo a la Historia!
Más que dos pueblos que a la lid se arrojan,
Dos fuerzas son, terribles y contrarias,
Que se disputan desde el negro Caos
El imperio del orbe.
Una clama: ¡Interés!; la otra ¡Justicia!
Y en razas enemigas encamadas.
Una lleva a magnánimas empresas;
Otra, a robos audaces...
Sobrecogida de emoción la tierra
Ve aproximarse la tremenda lucha,
¡Y te aclama, al mirar que ardiendo en ira
Das la melena al viento!
Toda alma, todo pueblo bien nacido,
Rinde homenaje a tu heroísmo, y vierte,
Como lluvia de flores, a tu paso
Votos y simpatías.
Con alma fuerte y grande ¡oh generosa!
Te lanzas a la gloria, o al martirio,
Y te bendicen desde excelsa esfera
Tus legendarios héroes.
Las naciones de América, tus hijas.
Miran con llanto, palpitante el seno,
Como a jugarse van en lid horrenda
Tus sagrados destinos;
Y por vínculo eterno a ti enlazadas,
Al entrever tus triunfos, con orgullo
Sienten cruzar por sus erguidas frentes
Ráfagas de tu gloria.
¡Oh España! ¡Oh Madre! ¡Yo, que por mis venas
Siento correr tu sangre generosa,
Y nunca, hijo espurio, o descastado,
Negué mi ilustre estirpe;
¡Yo, que a la faz del universo, altivo,
Por madre te confieso, veneranda.
En esta hora trágica y solemne
Beso tu frente augusta!
Y con el alma en ti, anhelante espero,
Enamorado augur de tu ventura.
Que el gran clamor en los espacios truene:
¡Por ESPAÑA, VICTORIA!
Abril de 1898.
Calixto Oyuela