LAS DOS PALMERAS
Allá entre las tinieblas
de la noche perdido,
¿no oís algunas veces
vago, triste rumor,
Como el eco lejano
del pájaro oprimido,
que estrecha entre sus garras
sacre devorador?
Es la voz de la virgen
palmera enamorada,
que su gemido ardiente
alza en la soledad;
Y a las auras en torno
llama desconsolada,
y sus brazos agita
con amante ansiedad.
En las noches lamenta
sus perdidos amores:
las auras conmovidas
gimen en derredor;
Y por oír su historia
los sauces tembladores,
sus lánguidas cabezas
levantan con dolor.
Cuenta que ya a lo lejos
de su palmera amante
no ve alzarse la frente
con desvelo galán;
Que ya nunca hacia ella
los brazos anhelante
tiende sobre los vientos
con amoroso afán.
Que antes la brisa dulces
halagos la llevaba,
y a su amante en las noches
oía suspirar;
Y de alegría entonces
su seno palpitaba
y dejaba al ambiente
su frente acariciar.
Mas del invierno crudo
el vendaval airado
sus brisas mensajeras
tiernas arrebató;
Y de los rudos golpes
su amante fatigado
hacia el suelo agitada
la cabeza inclinó.
¡Y desde entonces nunca
ve ya la amada frente,
ni sus brazos ansiosos
sobre los aires ve!
¡Ni escucha su murmullo
que halaga solamente
las bellas florecillas
que brotan a su pie!
Así en la noche cuenta
la palma sus amores;
las auras conmovidas
gimen en derredor;
Y al escuchar su historia
los sauces tembladores,
sus lánguidas cabezas
inclinan con dolor.
Carolina Coronado
Tomado de la página Biblioteca Cervantes Virtual.