Soy el acostumbrado a la negrura,
a la fachada y a la callejuela:
el desvelado soy y el centinela
junto al zarcillo de tu donosura.
Tengo miedo del Centro y su blancura
y de su abigarrada clientela:
del automóvil que a mi lado vuela,
y del colega y su literatura.
La noche se abre sobre mi cabeza
como la nave de una iglesia viva;
todo es penumbra, vaguedad, pereza,
no hay una estrella, ni siquiera furtiva.
Un búho soy en torno a tu belleza,
oh mi labrada lámpara votiva.
Baldomero Fernández Moreno