A MI HIJA DALMIRA
Pienso a veces con algo de tristeza
que pudiste elegir para tu viaje
—claro de luna y temblador follaje—
la cuna de marfil de la riqueza.
Perdona mi poética pobreza
y el combativo hogar al que te traje,
mas tu hermano mayor será tu paje
y yo el primer cantor de tu belleza.
Y en tanto llega el día venturoso
en que venga a buscarte un rey glorioso,
pues para ti ha de haberlos todavía,
en mi pecho reposa tu hermosura.
Me lo han llenado, hija, de dulzura,
ocho lustros cabales de poesía.
Baldomero Fernández Moreno