CON LA EXACTITUD CON QUE UNA ARAÑA
Con la exactitud con que una araña
desenreda su diana,
con el rigor con que tensa sus hilos y el eterno
presente que dilata su acecho, así discurre el tiempo
allá, en alguna parte.
Pero no siempre se puede posponer la captura.
A veces, los ojos devanan lo que ven y lo conducen
hasta centrarlo en el punto de mira, la emoción
empuja, se sitúa en los brocales del peligro y el
escalpelo de la revelación irradia su declaración
irrevocable.
A veces, sí, a veces, la memoria —más clara que la
luna de Enero— aviroza, atrae, rescata y no consiente
que lo pasado pase.
Ana Rossetti