VAGUÉ POR LAS DESIERTAS CATEDRALES
Vagué por las desiertas catedrales,
adolescente aun, cuando creía
que el órgano en sus notas me traía
música de regiones celestiales.
Lágrimas de dolor vertí a raudales
al mirar esa cruz en que pendía
el hombre dios en que desgraciado día
murió para salvar a los mortales.
Después huyó la fe de la ignorancia,
un rayo de luz cruzó el vacío,
y fue la catedral lóbrega estancia,
la música del cielo desvarío,
y Cristo fue una flor cuya fragancia
se llevaron los vientos del estío.
Antonio José Restrepo