SONETO A UN CÁNTICO ESPIRITUAL
Cruzó el césped tu sombra y presuroso
alcé la, vista por seguir tu vuelo,
mas la alegría del azul del cielo
me hizo olvidarte, pájaro piadoso;
hasta que arriba comenzó armonioso
tu canto a dar señales de tu celo,
notas tan dulces y amorosas que lo
hicieron ser el centro de un glorioso
ámbito de cristal, donde domina
más que la luz la música extremada.
Alcé la vista para oír tu canto
que en el azul alegre me ilumina.
Sombra y canto movieron mi mirada
y la movieron largamente al llanto.
Manuel Altolaguirre