NOCHE
Las tinieblas escuchan
el clamor del abismo,
la tremenda garganta
del dolor infinito.
Y se enternecen más
sobre los precipicios;
oscuridades anchas
bajo las que vivimos,
aires negros que son
montañas de suspiros,
blandos como el aliento
de los recién nacidos.
Consoladora noche,
y madre que es toda oídos,
para las quejas hondas,
para los altos gritos.
Manuel Altolaguirre