HACIA AYER
Mi corazón dio golpes en la oscura
puerta interior, y se me fue la vida
hacia dentro, hacia ayer, hasta sentirse
encerrada de nuevo en la semilla
del Sembrador de sueños.
No vi su rostro ni conozco el prado
en donde es flor el mundo en que vivimos,
entre otros astros, flores desprendidas
de las frondas del tiempo: sueño, nada.
Día llegará en que Dios, para su gloria,
me hará volver —¡qué breve es el camino!—
y entonces sí será verdad mi canto.
Manuel Altolaguirre