A DALMIRO: DEBEN ABANDONARSE LOS CUIDADOS
Imitación de Horacio
¿Qué te importa, si el galo belicoso
vence, Dalmiro mío,
el Rin soberbio, o en el Alpe helado
tremola sus pendones victorioso?
¿oh si el britano impío,
del orbe separado,
los piélagos altera
y llena de terror la playa ibera?
¡Ah! ¡cuán pequeño afán a nuestra vida
impuso el justo cielo,
cuando con blanda voz naturaleza
a gozar de sus dones nos convida!
No, pues, el vano anhelo
de la infausta riqueza,
ni el inútil cuidado
de hoy más perturbe el pecho sosegado.
Sí: que la juventud cual leve viento
huye precipitada,
y la árida vejez con planta odiosa
huella la flor más tierna, de su aliento,
de su albor despojada.
No igual la luna hermosa
muestra siempre el semblante,
ni igual despide el sol su luz brillante.
¿Por qué pues con empresas, superiores
a la flaqueza humana,
el ánimo caduco fatigamos?
Ciñe, oh Dalmiro, de olorosas flores,
ciñe la sien ufana;
y mientras que gozamos
de nuestro abril florido,
las penas enojosas da al olvido.
Y riberas del Betis delicioso
alegres discurriendo,
en grata unión a la amistad divina
entonemos el himno sonoroso;
y luego el manso estruendo
de fuente cristalina,
la noche y Filomena
convidarán a la quietud serena.
Alberto Lista