MENDIGOS
La imaginación se equivoca,
nos representa pasivos,
incorpóreos
como espectros de animales
acurrucados en establos,
y en rigor
lo que hacemos es adiestrarnos,
poner en juego tácticas
y pruebas para intimidar
con el principio de la bondad,
con las parábolas de la bondad,
con ese espurio lirismo del afligido,
y cuando harapientos, desdeñosos
de la insolación y de los inviernos
incitamos al amor,
a la obra de la limosna
como toque de amor,
por dentro juramos
que las cabezas gachas,
el pie vacilante,
la mano abierta,
son el ordinario disfraz
del golpe de vista del ratero,
del hacha del Verdugo entre los dientes.
Alberto Girri