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CANTARES

Sabes comprender el mal
sabes comprender el bien,
pero no sabes llegar
al fondo de mi querer.

Caminito de tu casa
vi en tu ventana una luz;
los clavos del pensamiento
me clavaron en su cruz.

Si te quiero o no te quiero
eso no lo sé decir,
sólo sé que si me faltas
ya no sabría vivir.

Como una lágrima viva
que resbala por mi pena
es el fluir de este amor
que se pierde en tus arenas.

Si pudiera retornar
aquel amor que se fue
a quererte volvería
con aquella misma fe.

Sin agua fresca y sin sol
no puede granar la espiga,
igual le pasa al amor
dígase lo que se diga.

¡Ay penita de mi pecho...
no se lo cuentes a nadie
si ya no tiene remedio!

Y si el callar te hace grande,
calla para enaltecerte.
¡Qué silenciosa es la pena,
y qué callada es la muerte!

No creas a quien te diga
que te quiere mucho y más:
hay que callar y sufrir
para querer de verdad.

Lo que existe entre nosotros
no lo debe de saber
más que Aquél que está en los cielos
y nuestro propio querer.

Perfumes que se destapan
y cariños que se cuentan
aunque sean ricos y hondos
se van quedando sin fuerza.

Que fácilmente se acepta
la perfidia y la maldad,
cuando alguien quiere ser bueno
nadie cree la verdad.

Si para que sea feliz,
precisa que otra le quiera,
Señor, dale ese cariño
pero que yo antes me muera.

No son sólo las palabras
las que se llegan a oír,
también se oyen los silencios
y esos hacen más sufrir.

Si ya sé que estás jugando
conmigo y con mi querer.
Pero quiero huir de tu vera,
y no me puedo mover.

Óyelo bien, de una vez,
ni lástimas ni limosnas;
estoy hecha a la abundancia
y no sé vivir de sobras.

Limosnitas del cariño
no me vengas a ofrecer,
mi pecho sabe sufrir
igual que sabe querer.

Y si algún día el Buen Dios
te pidiera cuentas de esto,
di que todo lo sabía
y lo estaba consintiendo.

Me gustaría saber
quién es la moza garbosa
que me roba tu querer.

Y también me gustaría
saber con todo detalle
cómo te correspondía.

Dile, hojita que te vas
por los caminos del mundo,
que le quiero de verdad.

Y dile cómo me muero
por los besos que me faltan,
por la tristeza que llevo.

Solito pa mi le quiero,
haz que no le mire nadie
¡Virgencita del Consuelo!

autógrafo

Adelina Gurrea


Más senderos (1967)

manuscrito / manuscript Manuscrito de Adelina Gurrea
manuscrito / manuscript Manuscrito 2 de Adelina Gurrea

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