NO APEDREES MIS REMANSOS
No apedrées mis remansos
que tengo mis aguas quietas,
sedimentados mis cienos,
clarificadas mis linfas:
no apedrées mis remansos
que pueden brotar tormentas.
El árbol de sus riberas
tiene un nido de la luna
con pajarillos de estrellas,
y en sus límpidos espejos
beben goces de belleza...;
no los rompas, no los manches,
no los enturbien tus piedras.
No apedrées mis remansos;
guardan respeto de vientos
y una quietud conventual
donde reposan los cielos:
tienen éxtasis de ensueños
colgados de una oración
en los brazos de la cruz,
tienen caminando a Dios
sobre el piso de su luz.
Y esa canción de tus montes,
y esa espuma luminosa
de tu loca torrentera
le están clavando temblores
a medida que se acerca
el rebrincar de tus aguas
soleadas, cantarinas.
Tuerce el rumbo de tu cauce
hacia praderas floridas.
No atropelles mis remansos
con tu loca torrentera,
ni remuevas en sus fondos
el cieno de sus entrañas,
devolviéndole sabores
de amor, lágrimas y penas:
no atropelles mis remansos
ni entorbellines sus aguas,
si no quieres que mañana,
cuando vayas a beberlas,
te sepan acres y amargas.
Adelina Gurrea