SAMPAGUITA
Porque eres blanca, blanca
del color de los rezos
y duermes en la mata
sueños de terciopelo
y esperas con la casta
paciencia del misterio...
Porque eres estrellada,
tachonando los huertos
umbríos de mi patria
con un albo reguero,
—florida vía láctea—...
Porque eres como un beso
en la faz de la amada,
y en el pecho un anhelo
del mancebo que aguarda
el divino gorjeo
de su muda garganta...
Porque eres en el viento
la portadora alada
de perfumes serenos,
pulsadores de alma,
y al contacto sedeño
tu caricia clara
blanquean los deseos
y lloran las dalagas...
Porque es níveo destello
tu capullo en la rama
y de gracias impreso,
engarzado, recata
el escote moreno
de la virgen tagala...
Porque cuentas mil cuentos
a la mente encantada
y siembras embelesos
por las sendas humanas
del trópico en sesteos
extática ígnea calma...
Porque bajo los techos
ñipados de sus casas
pones ingenuos sellos
a las pasiones malas...
Porque todo es recuerdo
en tu aroma y tu llama,
nimbando los senderos
con luz de caravana...
Porque eres todo eso;
penumbra y llamarada,
nostalgia, llanto, vuelo,
«ahora», «ayer», «mañana»...
porque eres un ensueño
de mi niñez dorada,
te llevo muy adentro,
muy adentro en el alma.
Adelina Gurrea