ELEGÍA DEL REGRESO
Era infinita, impura en su delicia
la noche que dejaste sobre mi alma;
ni más amor, ni límites la herían,
llena de tu silencio y mi amargura.
Análoga a la ausencia descendía
como niebla o palabra que se olvida,
amoroso huracán donde anegaba
idéntica la forma de tu sueño.
Melancolía y esperanza luego
iban de azul a lila y a morado;
a su propio despeño se entregaban,
viajeras de mi inútil pensamiento.
Así callando descendí al deseo
de persistir amigo de tu nombre,
confiado a mis tinieblas, al ensueño
que tu secreto trémulo arrastraba.
Y en una soledad que aún me duele
dejé caer tu imagen, y yo era
la sombra de tu olvido, el despertar
sin mí a un vano mundo desolado.
Ahora que laureles imposibles
como llorar a mi sepulcro caen,
vuelves humana y yo te reconozco
eterna espuma en lágrimas suspensa.
Y vuelvo a navegar la inmensa noche,
la sombra dilatada que mecía
de ti sólo recuerdo los recuerdos,
y de mí la ceniza de tu sueño.
Pero al mirarte ya dentro del alma,
íntima de mi aliento, el corazón
halla reposo en ti, pues nuestra noche
es infinita y pura en su delicia.
Alí Chumacero