PROMESA
En alguna mañana azul y florecida
iremos dulcemente, con las manos unidas
a escuchar las historias que el arroyo murmura
ante el fácil asombro de las piedras desnudas...
No diremos, amado, una sola palabra:
hablarán nuestros ojos su lenguaje de magia,
y la brisa curiosa llegará muy callada
sin romper el embrujo de la hora encantada...
Después... como un racimo de hermosas uvas nueva
—tronchadas de la vid por manos tempraneras—
yo dejaré en tu boca con un poco de miedo,
el sabor ignorado de mis besos primeros...
Meira Delmar, 1937