HONOR
A Vicente Puchol
Los siglos han pasado,
y la mentira del honor gloriosa sobrevive,
como una larga uña con máscara de plata,
cuando aherrojado en agujeros húmedos
lo noble es clandestino, vergonzoso el amor,
sorda herrumbre la fe,
la juventud es tierra destruida.
Hemos comprado o seducido cuerpos
en avenidas luminosas, negros, buques,
callejas orinadas, museos, catedrales,
trenes soñolientos, alcobas
respetables y colegios sin luz.
Y ahora recuerdo ajadas las visiones
de unos cuerpos que escapan para siempre,
por los desmontes húmedos,
y la ciudad alzarse del humo de la noche,
y la luz desgarrarla fríamente.
He conocido el daño,
penetrar la navaja,
la incitación al miedo,
vivir insatisfecho, la negación más dura.
La indiferencia de una manos
y andábamos buscando el placer de la carne,
la ebria raíz del fuego
y el asco allí,
nacer inmerecida la alegría,
y hemos besado la sonrisa, o su estremecimiento provocado,
hemos sentido la miseria de no poder dar nada, y éramos ricos áridos,
y encontrado felices un pretexto de ejercer la piedad,
y conocido la vida tenebrosa de los desconocidos, transformarla en palabras,
y asistido peinados y olorosos al momento más puro de identidad del hombre.
Ahora alzamos el rostro hacia la noche,
y secos ven los ojos
la blanca luz de la maldita luna.
Francisco Brines