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MÉXICO

Escrito en 1982

A Francisco López Guido

Origen perdido en la confusa forma del tiempo,
venido de antiguas civilizaciones de leyenda, México,
eres patria de un presente estrujado, y nudo
tejido con el diario quehacer
de un pueblo adormecido y desnudo.

¡México, eres el subconsciente
de una sociedad en busca de su propia cultura!
Vives en la identidad, adorando el camuflaje;
vistiendo con variados trajes de personalidad a la idea.

Forjamos al hoy de un corto ayer de valores, lejano
del manantial de principios que son
tus fuentes cósmicas y orígenes arcanos.

Eres artífice, que
gusta de moldear
                          con culturas y civilizaciones
a un hombre ciudadano que no sabes ejercer.

Vives alucinado por el modernismo y los medios.
Eres un desposeído ansioso, por cuentos y promesas falsas.
Creas la flama de tu historia
                                                velándola con atraso civil,
                                                imitando culturas...
Marchas dictatorialmente conducido
                                        por reyes y cortes sexenales.
Y con todo esto  aprisionas las generaciones en presentes irreales.

¡México!
Cuna de milenaria estirpe
que entre las razas confunde sus edades, eres
¡México!, lugar de Sol, nido de  culebras
que alimentan al águila del tiempo presente;
¡eres mezcla de eras y sierpes
                            que han de explotar  en luz!

Eres, ¡México!,
clavo y Cruz de un Cristo-Quetzalcoatl
que busca redimirte y liberar al hombre.
Eres palacio del pobre y muladar
de una cultura que se pudre en todo el orbe.

Eres
políticos en máscaras, personalidades de espejos,
ideales del ayer impuestos al hecho político de hoy, partiéndonos;
sin comprender lo que viene en consecuencia del acto civil de separarnos.

Eres la confusa brillantez del contraste humano,
la ignorancia civil que se rige por ayeres
para edificar presentes, para prevenir futuros.
                                                                          Eres
un mañana incierto
que gime en mi corazón con zozobra;
¡como presintiendo el holocausto de la falsa obra...!

Y eres, ¡México!, algo tan alejado de tu origen cósmico
que, platicando al camino de tu gente,
charlando con mis amigos tus ciudadanos,
conociendo a tus gobernantes,
tratando con tus campesinos,
conviviendo con tus obreros,
tratando con tus comerciantes, banqueros, industriales y empresarios,
creo que eres una brillante copia
con la que se denuncia del absurdo
que rige a nuestra sociedad de consumo.
Somos un país pobre y consumista, mágico y pecador;
desperdiciado entre millonarios y mendigos.
Fuimos sabiamente seducidos
por los demonios de nuestra  «civilización».

Veo tu luz solar oculta tras mediatización,
incultura universal e  inmadurez personal.
Y me rebelo ante tamaña estupidez, pues
miro que eres inconsciente de tu divina preñez.

Te contemplo cascarón absurdo,
olvido e ignorancia que nos ocultan a nosotros mismos
y nos impiden rehacer la vida: renacer de espíritu
para que broten en nuestras sierpes plumas de Quetzal
y seamos transformados en estrellas
                                de un firmamento colectivo: México.

Sergio Verduzco


Sergio Verduzco

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