La habitación cerrada es mi condena.
Las palomas ausentes mi destino.
Escribo como un envenenarme.
Como quien se arroja ciegamente
al fondo de un profundo precipicio
o contra la luz encerrada en las ventanas.
Como quien hunde el cuerpo en alta mar
sin esperanza alguna de regreso.
Como un prófugo a través de la nada.
En cada verso dejo
el sedimento espeso de la sangre.
Me voy crucificando en cada sílaba.
Como un cuchillo inverso me penetro.
Tú
poema
balcón
abierto a los infiernos.
Sergio Borao Llop