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        BRINDIS BOHEMIO

A apurar iban ya los concurrentes
la verde copa, de licor repleta,
cuando una voz jovial dijo: «Poeta:
brinda por la salud de los presentes.»

Y un joven soñador, de ojos muy bellos,
y de arrogante, varonil figura,
así comienza a hablar con amargura,
mientras flotan al aire sus cabellos:

¿A qué salud, jóvenes locos?
¿A un falso bien que la existencia alarga
para aumentar la ignominiosa carga
que a muchos pesa y sobrellevan pocos?

¡Salud! ¡Salud! Palabra, anhelo eterno
que en vano el hombre en conseguir se ufana.
Ella, que nos amaba esta mañana,
nos abandona al soplo del Invierno.

Cuantas veces en medio de la orgía,
en que busqué consuelo a mis dolores,
dije Salud, sintiendo los ardores
de la fiebre que mi alma consumía.

Esa frase me aterra. Es un gemido
que en su inconsciencia el corazón arranca.
Ella dijo a Raimundo: «Adora a Blanca.»
y la cruel realidad lo dejó herido.

Ella, en innumerables ocasiones,
sonrió al enfermo en las fatales crisis.
Ella oculta el puñal con que la tisis
asesta a muchos jóvenes pulmones.

¡Salud! ¡Salud! ¡No anhelo tus favores!
¡Con ella, Don Quijote no existiera,
ni indiferente y pensativa fuera
la pobre Ofelia deshojando flores!

Más, si queréis salud, bebed la dosis
que de ella os brindo al fondo de ese vaso;
en ella encuentre, bienestar acaso,
una enferma sublime: la Neurosis.

¡Compañeros!: Alzad vuestra protesta
contra la era vulgar que atravesamos,
y en vez de frases de salón, digamos:
«¡Por lo poco de vida que nos resta!»

autógrafo

León A. Soto


León A. Soto  

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