AY, SÓLO UN HOMBRE Y UNA MUJER EN LA NOCHE
Ay, sólo un hombre y una mujer en la noche, bajo la lluvia!
Los transeúntes pasan en la sombra hacia el silencio sin fin.
Y yo estoy solo, muriendo y muriendo en cada palabra que no digo,
en un rincón oscuro donde no llegan las estrellas.
Digo que es triste ver el rocío temblando sobre las rosas,
y que el alegre canto de los pájaros es triste también.
Yo estoy solo y tú estás lejos, y la noche nunca termina.
Ah, morir de pronto, mirando el árbol que crece en cada hoja verde!
Sí, es inútil amar, y es inútil recordar y olvidar tantas cosas pequeñas.
Y morir es más terriblemente inútil aún.
Y, sin embargo, por las calles húmedas, en las noches de otoño,
otro hombre y otra mujer se dirán las mismas palabras fugaces y eternas.
Y yo habré muerto. Y seguirá lloviendo en estas noches dulcemente tristes,
cuando se cierran las ventanas y las muchachas suspiran sin saber por qué.
José Ángel Buesa
Cincuenta años de poesía cubana, Cintio Vitier, Ediciones del Cincuentenario, La Habana, 1952. pp. 276-277.