LA DAMA DEL ESPEJO
De aquella extraña noche que no fue tuya y mía,
pero que en mí fue tuya, como fue mía en ti,
me queda lo que queda de un sueño al otro día,
o el regreso de un viaje que jamás emprendí.
Pero fue más que un sueño. Pero fue más que un viaje.
Fue una penumbra rosa y una ventana al mar.
Y el viento removía las cortinas de encaje
como si se estuviera desvistiendo al entrar.
No fuiste mía, es cierto, ni te besé siquiera,
pero te sentí mía, mía de otra manera,
mujer de un solo instante maravilloso y cruel;
porque te vi desnuda, de pie, frente a un espejo,
y así hermosa dos veces, en ti y en tu reflejo,
te sigo recordando frente al espejo aquel.
José Ángel Buesa